lunes, 15 de noviembre de 2010

En la oficina

Lo que más me gusta de mi jefa, es el delicado movimiento de su cabeza cuando asiente. Me dice que sí, casi a todo.

- Tienes toda la razón dear; aunque es una pena que tengas marido...

Terminamos la reunión, ella se mira en el espejo para arreglarse la blusa y yo me retoco los labios. Cerramos la sala; mañana volveremos a reunirnos para hablar de un cliente cualquiera.

viernes, 8 de octubre de 2010

Nada se mueve

Hoy el mundo se detiene,
eso sí, no los coches.
Debe ser que están automatizados
También los buses

Pero las nubes están quietas
Los libros cerrados
Un trozo de calabaza respira
con dificultad
en la nevera

Un hombre pasa caminando
Lo veo por la ventana
Debe ser un autómata
Seguro

El día está quieto
Cómo ese día en que vi Gran Torino
No llegan imeiles
Ni llega trabajo

El gato duerme
y las nubes siguen dónde mismo
Llevo 337 segundos contando
Y casi nada se mueve

jueves, 16 de septiembre de 2010

Chile querido, Chile septiembrero




Chungo Chile es tu cielo ensangrentado
tantos años y el río de sangre sigue calle abajo

Mi padre aún pasea por la Alameda.
Trae huesos rotos,
riachuelos calle abajo

Chungo Chile onceseptiembrero,
maquilla carmines
con su cielo azulado

Pasan los aviones volando bajo
y Tomás Moro se cubre de cerro encharcado

Chungo Chile de izquierda dolorosa,
sueño torcido
que brilla en el engaño

Chungo Chile
de estrellas sucias,
como espejitos para incautos

Cambios de bando.
Cambios de mando.

Cambian espejitos
en el barrio bajo.


jueves, 9 de septiembre de 2010

La busqueda, la contradicción y la confusión

Hoy ha sido un día brillante. Contra cualquier pronóstico de mejoría, con regla y de camino a la Tesorería de la Seguridad Social, he tenido pensamientos maravillosos y positivos (será un mecanismo de auto-defensa). He tenido un diálogo conmigo misma; un diálogo de esos en los que me digo cosas cómo si las escribiera, e incluso me doy el trabajo de corregirlas al compás de la caminata.
Habían varios pensamientos pululando. Todos relacionados con hacer y deshacer. Con la motivación que me mueve para realizar una acción, para emprender una empresa (no de capital, sino no estaría escribiendo), para llamar por teléfono a alguien, para ir a pasear por la Sierra de Madrid, etc etc; y lo que me motiva a acabar con esos planes, luego de emprenderlos.

Ayer también pensaba en esto, de una manera un poco victimaria y entonces busqué consejo. Me dijeron que había que dosificarse. Y que desde luego hay que hacer lo que uno le apetezca y/o le motive.

Todo esto, viene a raiz de la crisis. La crisis es la gran culpable de las revoluciones personales y sociales. En cuanto a mí, la falta de solidaridad me ha llevado a querer emprender acciones de tipo social. Me he uní a un grupo de debate de izquierda, pero con la clara intención de hacer más que predicar. Luego de unos meses, la solidaridad quedó sepultada por la decepción. Mucha teoría y poca acción. Ensayo/error.

El verano también me trajo un proyecto de diseño simpático, pero que fue agravándose con el paso del tiempo y finalmente deserté tras lo que consideré una falta de profesionalidad y respeto. Si, hay crisis, dije. Pero no tolero la vulgaridad. Ensayo/error.

Entre tanto, comenzó a gestarse una idea en mi cabecita. También a causa de la crisis. Ocurrió que a principio de primavera y con la depresión salvaje de marzo-abril a cuestas, me puse pala (micro) en mano y sembré algunas hierbas en la terraza. Me dediqué a cuidaralas, a tomar fotos de los primeros brotes y a mi mimarlas lo más que pude. Algunas se llenaron de bichos y se fueron a la basura. Intenté recuperarlas con unas pociones mágicas ecológicas a base de ajo, pero nada. Aún asi, la idea seguió creciendo en mi cabecita. Imaginé sembrando en otras casas, cortando el cesped. Imaginé una Citroneta (cuatro latas) de color amarillo, reformada para llevar la podadora, la pala (macro), el rastrillo y esas cosas de jardinería que suelen usarse. Me imaginé plantando en algún jardín de La Moraleja (hay que apuntar alto). Imaginé un trabajo en un vivero, pero no había. La crisis otra vez. Busqué, ensayé, erré. No hay trabajo. Hay un puesto, pero con experiencia. Sólo he plantado cositas en mi terraza. Lo siento, se necesita experiencia.

Tras buscar e intentar lo más asequible, muy probablemente me meta a estudiar jardinería en los próximos meses. La crisis me ha tomado la voluntad. La búsqueda de un nuevo oficio. Hoy, la voluntad se tuerce verde. "La vountad es un Reyno que me queda lejos" dijo un poeta (sí, Reyno con Y). Y así me he sentido en muchas ocasiones. Pero hay días en que la voluntad me traza nuevos caminos. Sólo espero ensayar, ensayar, ensayar.

martes, 2 de febrero de 2010

El camino a casa

Una de las cosas que más adoro del tránsito entre Chile y España y visceversa, es cruzar la Cordillera de los Andes con sus nieves perpetuas (aunque cada vez menos)y sus colores que van desde el gris verdoso hasta un rojo cobrizo. Es una cadena de montañas que separa a Chile del resto del mundo y que sin duda forma parte de nuestra existencia y carácter. De un lado una pared rocosa impenetrable y del otro, un mar llamado Pacífico que alude al infinito, a la inmesidad.

Chile es una franja delgada y larga, atravezada por un clima diverso. Una población también diversa, muy unida al desierto más árido o al bosque más cerrado. Es una franja a la vez robusta, pero muy bien fragmentada en regiones que se enumeran de arriba a abajo y mientras más abajo, los fragmentos son terrones que parecieran poder tomarse con la mano.

Todo esto, viene a cuenta de mi relato de ayer, cuando algunas personas me preguntaban sobre que tal habían ido mis vacaciones. Comencé a revivir esos días y las sensaciones que sólo pueden volver cuando ya se han vivido. Cuando ya ha pasado el tiempo justo para extrañar.

Relaté también que a mi llegada a España, al entrar en mi edificio por la mañana, sentí un inconfundible olor a ajo y fritura. Esto es España pensé. Esto es España dije a la gente. España huele a ajo y a fritanga. Inmediatamente, alguien me preguntó: ¿Y a qué huele Chile?. Yo no pude recordar exactamente a que olía. Se me ocurrió que olía a chimenea, pensando en los días que pasé en el sur, donde hacía un clima muy distinto al de Santiago con 36 grados. Luego pensé que es tan largo y fragmentado este país, que es dificil decir que huele sólo a una cosa. La verdad, tampoco sabría decir a que huele Santiago.

Elegí vivir en otro país que no es el mío, por amor. Y aunque me falta verde y me sobra ladrillo, el olor a ajo me mostró el camino a casa. Sentí una gran alegría de estar aquí.