Lo que más me gusta de mi jefa, es el delicado movimiento de su cabeza cuando asiente. Me dice que sí, casi a todo.
- Tienes toda la razón dear; aunque es una pena que tengas marido...
Terminamos la reunión, ella se mira en el espejo para arreglarse la blusa y yo me retoco los labios. Cerramos la sala; mañana volveremos a reunirnos para hablar de un cliente cualquiera.
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