jueves, 9 de septiembre de 2010

La busqueda, la contradicción y la confusión

Hoy ha sido un día brillante. Contra cualquier pronóstico de mejoría, con regla y de camino a la Tesorería de la Seguridad Social, he tenido pensamientos maravillosos y positivos (será un mecanismo de auto-defensa). He tenido un diálogo conmigo misma; un diálogo de esos en los que me digo cosas cómo si las escribiera, e incluso me doy el trabajo de corregirlas al compás de la caminata.
Habían varios pensamientos pululando. Todos relacionados con hacer y deshacer. Con la motivación que me mueve para realizar una acción, para emprender una empresa (no de capital, sino no estaría escribiendo), para llamar por teléfono a alguien, para ir a pasear por la Sierra de Madrid, etc etc; y lo que me motiva a acabar con esos planes, luego de emprenderlos.

Ayer también pensaba en esto, de una manera un poco victimaria y entonces busqué consejo. Me dijeron que había que dosificarse. Y que desde luego hay que hacer lo que uno le apetezca y/o le motive.

Todo esto, viene a raiz de la crisis. La crisis es la gran culpable de las revoluciones personales y sociales. En cuanto a mí, la falta de solidaridad me ha llevado a querer emprender acciones de tipo social. Me he uní a un grupo de debate de izquierda, pero con la clara intención de hacer más que predicar. Luego de unos meses, la solidaridad quedó sepultada por la decepción. Mucha teoría y poca acción. Ensayo/error.

El verano también me trajo un proyecto de diseño simpático, pero que fue agravándose con el paso del tiempo y finalmente deserté tras lo que consideré una falta de profesionalidad y respeto. Si, hay crisis, dije. Pero no tolero la vulgaridad. Ensayo/error.

Entre tanto, comenzó a gestarse una idea en mi cabecita. También a causa de la crisis. Ocurrió que a principio de primavera y con la depresión salvaje de marzo-abril a cuestas, me puse pala (micro) en mano y sembré algunas hierbas en la terraza. Me dediqué a cuidaralas, a tomar fotos de los primeros brotes y a mi mimarlas lo más que pude. Algunas se llenaron de bichos y se fueron a la basura. Intenté recuperarlas con unas pociones mágicas ecológicas a base de ajo, pero nada. Aún asi, la idea seguió creciendo en mi cabecita. Imaginé sembrando en otras casas, cortando el cesped. Imaginé una Citroneta (cuatro latas) de color amarillo, reformada para llevar la podadora, la pala (macro), el rastrillo y esas cosas de jardinería que suelen usarse. Me imaginé plantando en algún jardín de La Moraleja (hay que apuntar alto). Imaginé un trabajo en un vivero, pero no había. La crisis otra vez. Busqué, ensayé, erré. No hay trabajo. Hay un puesto, pero con experiencia. Sólo he plantado cositas en mi terraza. Lo siento, se necesita experiencia.

Tras buscar e intentar lo más asequible, muy probablemente me meta a estudiar jardinería en los próximos meses. La crisis me ha tomado la voluntad. La búsqueda de un nuevo oficio. Hoy, la voluntad se tuerce verde. "La vountad es un Reyno que me queda lejos" dijo un poeta (sí, Reyno con Y). Y así me he sentido en muchas ocasiones. Pero hay días en que la voluntad me traza nuevos caminos. Sólo espero ensayar, ensayar, ensayar.

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